Enseñar hoy, es algo mucho más difícil de lo que era hace treinta años. Fundamentalmente, porque no tiene el mismo grado de dificultad trabajar con un grupo de niños seleccionados, que atender a todos de los niños de un país, con todos los problemas sociales pendientes que esos niños llevan consigo. Ahora todos los niños están en una escuela.
Todos los niños y niñas tienen derecho a una educación, de ahí el gran abanico de diferencias entre unos y otros; desde cualquier ámbito ( social, econímico, cultural, etc...). Con la educación definida como un derecho, no se puede volver a utilizar una clásica estrategia: la de expulsarlos.
Atender a toda la población supone aceptar de golpe en nuestras escuelas todos los problemas sociales y psicológicos de los niños y niñas que entran de nuevos en el colegio. Esta es una labor, la cual tienen que luchar los maestros y maestras del centro educativo, para ello deben tener una una formación actualizada, acorde a la sociedad en la que se vive ( problemas de actualidad, economía del país, multiculturalidad, etc...).
Para hacer frente a los elementos más significativos que conforman el panorama actual de la formación inicial del profesorado hay que plantear, al menos, tres apartados básicos:
-En primer lugar, el establecimiento de mecanismos selectivos adecuados para el acceso a la profesión docente, basados en criterios de personalidad, y no sólo, como hasta ahora, en criterios de cualificación intelectual.
-En segundo lugar, la sustitución de los enfoques modélicos de la formación de profesores, generadores de ansiedad, por enfoques de la formación inicial netamente descriptivos.
-Por último, la búsqueda de una mayor adecuación de los contenidos de esa formación inicial a la realidad práctica de la enseñanza, permitiendo al futuro profesor tanto la comprensión y el dominio técnico de los principales elementos que modifican la dinámica de sus grupos de alumnos, como la de los elementos sociales cuya acción contextual acaba influyendo en la relación educativa.